Desde Puerto Serrano (Cádiz) parte una carretera local hasta Morón (Sevilla) que se cruza con el trazado de la Vía Verde de la Sierra a la altura del Área Recreativa de La Toleta. Aprovecharemos carretera y Vía Verde para subir a uno de los castellares, el de Jalifa, que salpican esta zona. Los castellares son cerros que destacan porque sus cimas presentan mesetas calizas elevadas sobre una base de margas y arcillas, dándole un aspecto de fortalezas. En el entorno a visitar destacan tres: el del Algarrobo, el de la Cuchara y el de Jalifa.
En la margen izquierda del Guadalete, entre sombras, se encuentra el área recreativa de La Toleta. Unos cientos de metros después unen sus aguas Guadalete y Guadalporcún.
Hemos dejado los coches en el rancho de La Toleta, visible en la foto, hemos cruzado el Guadalete y ya estamos en la Vía Verde; nos asomamos a uno de sus márgenes y aparece el valle. En la confluencia de los cerros más cercanos está la Junta de los Ríos (ver mapa).
Las pocas zonas llanas que encontramos, generalmente terrazas o llanuras de inundación producidas por el río como agente geológico, son bien aprovechadas para el cultivo de cereales. Veremos varías de estas manchas verdes en nuestro paseo.
Ese día nos acompañaron bastantes amigos, que se reagrupan justo en el lugar donde abandonaremos la Vía Verde y comenzaremos el ascenso a castellar a visitar. La vereda no es fácil de localizar. La mejor referencia es el alto castellar que se encuentra enfrente (ver foto siguiente).
Las calizas negras asoman de la base de margas y arcillas. Más abajo los angulosos clastos se acumulan en los canchales producto de la fuerte meteorización. La tupida vegetación forma un bosque mediterráneo termófilo casi en su climax.
Cerca de la vereda de ascenso encontraremos unas ruinas, casi consumidas por la espesa vegetación, que pertenecen a la Posada de la Tocina, utilizada durante la construcción del ferrocarril de la Sierra (1927-1931).
Estamos ya en lo alto del Castellar de Jalifa y nos proponemos contornear la meseta que forma su cima, con amplia panorámica de 360º. Hacia el N-NO la Pasada del Ahogado, donde confluyen el arroyo de los Molinos y el de los Azares. Por ahí pasaremos después.
Frente a nosotros otro de los castellares, el del Algarrobo. A su izquierda el valle del Guadalete y el trazado de la Vía Verde.
La fuerte luz del atardecer no nos dejó apreciar bien el amplio paisaje. En sombras y a contraluz aparece el Castellar de la Cuchara, en el que podrían encontrarse restos de un poblamiento neolítico.
Si acercamos la imagen aparece el viaducto de los Azares, trazado para salvar el arroyo. Hemos trazado un recuadro para señalar una gran cancela que en otras ocasiones hemos salvado por un lateral. En la última visita estaban cortados todos los pasos siendo preciso escalarla. Un cartel prohíbe el paso. En los mapas aparece un sendero al otro lado del arroyo en la zona de los Borregales.
El Guadalete ha ido formando un amplio meandro, conocido como Codo de Villalón, para salvar las últimas estribaciones de nuestro cerro. En él se asentaron hasta cuatros molinos: Villalón, Bachiller… Unos cientos de metros más abajo hay uno más conocido como el de Bastián.
Antes de iniciarse el Codo el río ha ido depositando sus sedimentos (parte cóncava del meandro previo al de Villalón) donde se asentaba la Huerta de la Rueda. En nuestros numerosos paseos desde hace años por el lugar hemos visto sembrada la fértil llanura de cereales, algodón, fresa, frutales…
El antiguo caserío ha crecido como la espuma convirtiéndose en un gran complejo turístico rural, incrustado a escasos metros del cauce, al que no le falta ni el pequeño tentadero.
Se asegura que en lo alto de nuestro castellar existió una torre vigía cuando la zona era frontera entre los reinos castellano y nazarí. En la visita localizamos estos restos, aunque por la zona no debieron pertenecer a la torre.
Curiosas formaciones fruto de la meteorización y la erosión. Se encuentran bordeando la meseta, que podemos recorrer con facilidad por una estrecha senda, subiendo y bajando a los miradores que forman las estratificadas calizas negras.
En el regreso se no hizo de noche, clareando el paisaje la gran Luna Llena que apareció.
Una vez visitado el lugar podemos bajar a la Vía Verde o dar un amplio rodeo siguiendo amplios carriles (ver mapa) y los cauces de los arroyos Molinos y Azahares. Tengamos en cuenta que esta última opción significa cruzar fincas privadas y saltar por la cancela antes señalada. Para regresar usaremos el trazado de la Vía Verde de la Sierra con el aliciente de cruzar hasta tres túneles, entre ellos el del Esqueleto con 600 m de trazado en curva e iluminado artificialmente.
Hombre, Pedro. Ya sabía yo que algo raro estaba sucediendo. No teníamos ni comentarios ni entradas tuyas en Facebook. Por otro lado, interesante entrada, muy explicada, como siempre.
ResponderEliminarSALUDOS