Partiendo desde el mesón Los Alamillos (Grazalema), tras recorrer en coche unos 4 km por la Cañada de las Diez Pilas, llegamos a Los Lajares para trazar una ruta circular con un tramo lineal. En lugar de bajar hasta el arroyo de Los Álamos, dejamos los coches en un alto para tener una mejor perspectiva del macizo que tenemos enfrente. Ya abajo seguimos el curso alto del arroyo, lo cruzamos he iniciamos el trazado circular para visitar este hermoso paraje salpicado de enormes poljes o llanos y tortuosos torcales. Completado el círculo habremos conocido los llanos del Apeo, Zurraque, Burfo, Jarastepa y la dehesa del Cabrizal; así como visitados o bordeados el torcal de Los Pozuelos, las torres del Burfo, el pequeño macizo de Los Frailecillos e infinidad de canchos difíciles de encuadrar en alguna unidad geológica.
Datos de la ruta: Distancia: 13,5 km / Desnivel: ±334 m / 1028-825 m / 6 h 15 min. / Abril de 2023.
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Hemos dejado los coches en dos pequeñas esplanadas a ambos lados de la Cañada de las Diez Pilas y hacemos, ya a pie, el tramo que nos separa de la sierra de Los Lajares, macizo muy rocoso que culmina en el cerro de la izquierda (Zurraque, 1162 m). Delante nuestra, los Llanos del Apeo.
Restos de algunos de los ortostatos que quedan del pequeño dolmen de Los Lajares.
Ya iniciado nuestro caminar cruzamos esta cancela que sirve de límite entre fincas, términos municipales (Grazalema-Montejaque) y provincias (Cádiz-Málaga).
Nos desviamos a la derecha buscando una angarilla y el cauce del arroyo Los Álamos. Seguiremos una vereda entre la alambrada y la ladera.
Artesanal pozo con sus pilas adaptadas a animales de diverso porte. Está catalogado como pozo del Cabrizal.
Dejamos los llanos y la dehesa para buscar un paso muy rocoso entre los macizos de Los Frailecillos (Izq.) y Los Lajares (Dcha.). Más cercano al primero aparece una depresión conocida como Hoyo de la Matanza. La tradición habla de fusilamientos durante la Guerra Civil, aunque un cabrero nos dijo que no llegó hasta aquí la represión, que fue un muladar donde se arrojaban los restos de animales muertos. La grandiosa encina que lo presidía cayó hace años.
En esta imagen de 2012 el Hoyo resplandecía de verdor y la encina se mostraba majestuosa. Una pena su muerte, producía unas bellotas deliciosas.
Bruscamente finaliza el tramo rocoso y aparece el inmenso llano de Zurraque. Tras él, el perfil de los numerosos canchos que lo rodean. Su estado para un 23 de abril es lamentable: apenas tapizado de unas herbáceas casi secas.
Nos fuimos a hacerle la habitual visita al quejigo centenario, bueno a lo poco que queda de él: un tronco hueco y una ramita verde que denota que aún está vivo. Esta foto es de 2012, cuando se alzaba majestuoso en mitad del llano pese a la importante herida del otro lado. No ha llegado a ser catalogado como árbol singular, pese a su longevidad.
Del quejigo nos fuimos a la encina singular de los Llanos de Zurraque, esta sí catalogada por su ancianidad (unos 400 años). Algunos datos de sus características morfológicas: Altura total: 9,00 m / Altura del fuste: 2,60 m / Perímetro (a 1,30 m): 4,80 m / Perímetro en la base: 6,00 m / Diámetro de copa: 16,50 m / Proyección de la copa: 203m2.
El tercer hito a visitar es el pozo y a su lado la laguna. Aunque mantiene agua suficiente para el ganado vemos el importante bajón provocado por la prolongada sequía. ¿Aguantará todo el verano?
Y el cuarto el cortijo de Zurraque, aceptablemente conservado. Hasta aquí la ruta no presenta problema alguno conociendo la zona. De aquí en adelante hay que tirar de GPS porque los senderos son complicados de seguir. Lo primero es avanzar por la parte trasera del cortijo y buscar a unos 300 m una valla con dos rocas colocadas a ambos lados como saltadero.
Tras la valla encontramos un camino amplio que no llega a pista forestal, lo cruzamos y entramos en un tramo complejo de encinas, umbrías y rocas cubiertas de musgo.
Tomamos como referencia este aprisco para después volver a él, pero por ahora seguimos subiendo entre encinas, coscojas, diversos arbustos y rocas de variado tamaño.
Pronto las peñas se agrandan y aparece en nuestro frente y a ambos lados un torcal que, por referencias cercanas, y siguiendo el ejemplo de otros senderistas llamamos del Pozuelo.
Mirada atrás para ver el camino andado por los Llanos de Zurraque.
El track, muy fiable por cierto, de Palocorto1 nos señala un desvío a la derecha para llegar en pocos minutos a este sorprendente rincón rodeado de grandes torres calcáreas y pequeños abrigos.
Desandamos el camino y seguimos subiendo hasta descubrir una brecha entre dos grandes canchos que nos descubre los cercanos llanos de Cufría y Líbar. Retrocedemos hasta las ruinas.
Siguiendo los pasos que nos marca el track enlazamos con la pista que habíamos cruzado antes para superar esta cancela.
Avanzamos unos 800 m siguiendo la pista a buen paso. A ambos lados aparecen lo que nos parecen comederos para animales de pequeño tamaño.
Vamos por zonas de dolinas, llanas y agradables, cuando empezamos a localizar las primeras torres del Burfo.
Seguimos por el amplio camino en cómodo paseo cuando apreciamos claramente el collado que se forma entre dos torres que preceden a los Llanos del Burfo.
Dejamos el carril más o menos en esta amplia dolina con perezoso central. A partir de aquí las veredas de cabras nos ayudan a afrontar el collado entre encinas y arbustos. También debemos afrontar el cruce de una valla.
Culminamos la subida impresionados por los grandes canchos que se acercan a los 1100 m. Iniciamos el descenso con continuas correcciones decidiendo cuales son los mejores pasos hasta ver el llano.
Alguien comenta: ¡Un jabalí! Y sí, ahí está en uno de los paredones que baja de Los Frailecillos.
Tratamos de seguir el camino de Montejaque, pero una alambrada y una cancela cerrada y sujeta con alambres nos impide el paso. Seguimos el cercado con la vista puesta en Los Frailecillos y allí encontramos un paso y una buena sombra para descansar y comer.
Nos desviamos unos metros para captar esta bonita imagen del perezoso del Burfo con aceptable reserva de agua. Se trata de una laguna que recoge las aguas pluviales para para uso ganadero.
Dejamos atrás unos llanos y nos dirigimos a otros, los de Jarastepa. Tramo con vereda apenas perceptible.
Cruzamos el gran polje buscando un muro, una cancela en la alambrada y el pozo del Culantro, dejando atrás los numerosos canchos visitados.
Esta imagen nos presenta el último tramo andado desde la perspectiva del pozo del Culantro. El muro de piedra seca que se observa es el que acabamos de cruzar.
El pozo manante presenta un aspecto aceptable con agua limpia, pero a bajo nivel, eso ha hecho que los típicos culantrillos que lo tapizan se hayan secado. Desde aquí seguimos la vía pecuaria Cordel del Pozo de los Álamos.
En los próximos kilómetros encontraremos varias cancelas que separan fincas, volviendo a tomar contacto en algún punto con el arroyo de Los Álamos o sus afluentes.
El paisaje a nuestra izquierda es impresionante, sucediéndose uno tras otros los peñascos aislados (este es el cancho del Torero) o los del macizo de Los Frailecillos. Uno de los senderistas nos señala “un buitre” que hemos metido en el recuadro y ampliado en la siguiente foto.
Buitre del cancho del Torero.
Llegamos a un altozano donde se divide el cordel en dos ramales. Debemos seguir el de la derecha al coincidir con la vía pecuaria. Unas encinas nos dan buenas sombras para hacer un descanso y no nos resistimos a tomar esta otra perspectiva del cancho del Torrero, por esta cara con numerosas las buitreras.
Nos desviamos ligeramente a la izquierda para visitar el cortijo del Cabrizal con su horno y sobre todo la era, bien empedrada. Retomamos poco más abajo el cordel y ya solo es cuestión de repetir camino hasta los coches.
Track de la ruta sobre mapa del IGN. Señalados en rojo los hitos más importantes. Preciosa y variada ruta, una delicia para el senderista, que además de andar y andar, gusta de dejarse seducir por los encantos que muestra la naturaleza.
© del texto y las imágenes Pedro Sánchez.
© de la publicación «Grupo de Senderismo El Tercer Tiempo».
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