Ruta de singular belleza que nos llevará desde el área recreativa de El Cintillo hasta la zona alta de los cortados que acunan a la población de Ubrique (Sierra Baja o El Algarrobal). El desnivel y la verticalidad de sus paredes favorecen la existencia de miradores muy elevados sobre un amplio y hermoso paisaje. Es igualmente interesante por la variedad de entornos y que ofrece y, sobre todo, por la huella dejada por el hombre tras siglos de vida campesina. Merece especial mención el grupo de aljibes a visitar.
Ya hemos comentado que iniciamos nuestra ruta en El Cintillo, pero podríamos hacerlo en Benaocaz y así alargar unos kilómetros el trayecto, a la vez que disfrutar de la Calzada Romana. En todo caso iniciaremos la subida al lugar por la Vereda de Sierra Baja. Inevitable será volver la vista atrás para situarnos: macizo del Endrinal, Benaocaz y el fallido hotel de Aguas Nuevas.
Este es el aspecto inicial de la vereda, adaptada para poder subir con vehículos todoterreno hasta el reflector de señales que facilita la recepción de ondas a la localidad de Ubrique.
Ganamos altura por momentos, atravesamos un gran canchal y aparece, cada vez con más amplitud la Sierra de la Silla, coronada por la crestería que va desde el Cerro del Torero hasta la Silla (920 m), pasando por el pico Adrión y el lomo entre ambas cúspides.
Otra vista atrás para recrearnos en lo que ocurre en la Sierra del Pinar. La mañana está fresca (unos 4ºC), sobre las cumbres del Torreón y San Cristóbal se produce una agitada condensación del abundante vapor de agua que contiene el aire. La nube trata de ocupar también los valles aledaños pero, al bajar la humedad relativa, comienza a deshilvanarse en un espectáculo imposible de describir.
En un mar de roca calcárea encontrar estas navas es similar a localizar un oasis. Vale para todo: agricultura, ganadería, relax… incluso para la liga local de futbol, como nos comenta Francisco Cabello ocurrió en la década de los setenta.
Pronto, bajo los cortados, aparece la bella localidad de Ubrique, al fondo de su hoya natural, blanco y recoleto, mostrando con claridad su evolución desde un antiguo y minúsculo casco pegado a las peñas hasta la gran expansión urbana de nuestros días.
Desde un zona elevada del sendero podemos ver mejor el amplio camino que llevamos, muy bien trazado entre las altas masas de roca.
A la izquierda de la sierra de la Silla encontramos este saliente rocoso sobre los cuales se asienta la fortaleza de Cardela.
Inequívocamente la Vereda de Sierra Baja ha sido especialmente transformada por la mano humana hasta convertirla en esta pequeña “autovía”. Cuando nos aproximamos a los cortados de El Saltadero ésta desaparece y es sustituida por un estrecho, pero bien empedrado sendero, que cruza el Portillo de los Contrabandistas para acceder a la meseta superior desde la que está tomada la foto.
Ya en esta planicie el paisaje cambia totalmente. Ahora la vereda se vuelve estrecha y poco trazada. Llegamos a una roca que destaca entre las demás y de la que parten dos sendas. Si deseamos ir directamente al mirador debemos tomar la de la derecha, buscando este aljibe en restauración. Si queremos hacer este tramo circular y visitar la Casa del Algarrobal tomemos el de la izquierda. Nosotros nos fuimos hacia el aljibe por lo que debimos rectificar (ver mapa de nuestra ficha). Encontramos todo el enclave en restauración con abundante material de construcción e incluso una hormigonera, ¿cómo la habrán traído? Por aquí pasó nuestro amigo Manuel (el blog de manuel) en marzo de 2010 apareciendo en las fotos tomadas la zona sin obras.
Rectificamos y retomamos el sendero que debíamos haber cogido en la roca. Pronto encontramos este agradable lugar: bosquete de encinas y un cercado utilizado como reserva de pasto, para separar al ganado o cría de conejos.
Llegamos a la Casa del Algarrobal y lo primero que encontramos es este aljibe. Estamos en una zona lluviosa, pero el agua se pierde por el suelo permeable por lo que los habitantes de la zona tienen que afinar su ingenio y retener el preciado líquido para su uso y el de su ganadería. Toda gota que se pueda debe acabar en el interior. Tejas, canalones y un orificio en la pared conducen el agua a su interior.
Restos del pilón que en su momento sirvió de abrevadero. Normalmente suele usarse una roca vaciada pero en este caso hubo de ser construido.
No encontramos en el exterior los típicos sumideros, regueras y pozas de decantación, debido a su estado de abandono, pero al asomarnos a su interior vimos las tejas que marcan los sumideros por los que entraba el agua.
Antes de marcharnos del lugar, rodeado de una amplia nogaleda, fotografiamos esta casa aledaña de pequeño tamaño y posiblemente construida en época relativamente reciente. Nos pareció que las aguas de su tejado también fueron llevadas en su momento al aljibe.
Avanzamos hacia el mirador y a lo lejos vemos otra construcción en medio de una zona ligeramente deprimida. Pronto comprobamos que es un tercer aljibe en mucho mejor estado que el anterior. Como avanzadilla una bien trazada y limpia cuenca de captación, con escasa pendiente para que decante el barrillo y tras ella la reguera que encauza el agua hacia el depósito. A la izquierda resto del lodo de un reciente adecentado del lugar.
Esta vez la limpieza y cuidado hace visible todo el sistema de captación, drenaje y almacenamiento. En la foto vemos la pequeña poza de decantación y el sumidero por el que entra el agua procedente de la reguera. Si es demasiada, salta a un compartimento cercano.
Dos sumideros más, ahora perfilados para introducir en el aljibe las aguas del tejado. Todo este testero se encuentra protegido por un murete que encauza el agua, a la vez que colabora con la poza de decantación.
Un largo pilón de tres cuerpos de alturas y capacidades diferentes completa el lugar. En esta parte si hay canalón bajo las tejas, situándose también la puerta de acceso. Nos hubiera gustado encontrar al dueño de la propiedad y felicitarle por su cuidado aspectos. A su lado una preciosa arboleda compuesta por 21 nogales. Desde Ubrique se acudía en los meses de octubre-noviembre para recoger las nueces de esta y otras plantaciones presentes en la zona.
Un rápido descenso nos lleva hacia Ubrique. Muy al fondo, primero asoman las cumbres de la Silla, después sus laderas y por último el blanco caserío, que parece una prolongación de la pequeña pradera que acaba bruscamente tras el enorme cortado cercano a los 150 m de desnivel. Estamos en una de las balconadas naturales que ofrece El Saltadero o mirador del Algarrobal si mantenemos la toponimia de la planicie que acabamos de visitar.
Tras esa caída vertiginosa la vista es inenarrable. Ubrique se desparrama a nuestros pies en medio de un paisaje difícil de igualar ante el que nos solazamos disfrutando de la vista y del silencio (clic sobre la foto para ampliar).
Con cuidado avanzamos todo lo que el recelo ante abismo nos permite para hacer una última fotografía a esta bella localidad serrana.
Desde aquí podríamos avanzar siguiendo paralelos a los acantilados hasta encontrar un complicado paso más abajo. Nosotros decidimos regresar a El Cintillo, esta vez por un atajo que sale a la izquierda tras superar el aljibe de los 21 nogales.
1 comentario:
Bonito reportaje y con todo lujo de detalles, que no aprecié cuando estuve por allí por falta de tiempo. Merece la pena volver de nuevo.
Saludos.
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