viernes, 29 de noviembre de 2013

CIRCULAR A MEDIA LADERA DEL CERRO DEL CERRO ALBARRACÍN

Buscamos con el trazado de esta ruta realizar un completo cerco a media ladera (subiendo lo menos posible y bajando lo imprescindible) de este cerro o pequeña sierra situado entre El Bosque, Benamahoma y Tavizna. Hay varios puntos de incorporación al círculo: El Pontón sobre el Tavizna, el área recreativa de los Llanos del Campo y el inicio de la pista de despegue. Elegimos este último como lugar de salida por su proximidad al circuito trazado. Desde aquí buscamos los Llanos por el cortijo Albarracinejo, bajamos hacia el Tavizna sin llegar a él, nos elevamos hasta la cabreriza de Las Lomas, cercana al Alto del Puntal, bajamos por el pinar que da a El Bosque y siguiendo la pista forestal llegamos al punto de salida. Los paisajes son grandioso y alternantes, la vegetación variada (muchos madroños, pinos de reforestación, olivares, encinares, quejigales…) y el trayecto un subibaja continuo que, junto a la distancia, lo convierte en una ruta de dificultad superior a la media, aunque los senderos son siempre muy asequibles.

Datos: Unos 18 km / 6-7 horas / Altitud: entre 345 y 775 m / Desnivel: ± 950 m / 18-11-2013


Salimos de Villamartín a las 8:00 con intención de ajustar la ruta a la mañana. Durante la noche han caído los primeros chaparrones del seco noviembre de 2013. La humedad en la sierra es alta y la condensación forma algodonosas masas. Con poca calidad, desde el mismo coche, cazamos estas “llamaradas” que brotan tras el Torreón y la sierra del Pinar, anuncio de un día espectacular.


Este cerro del que se apoderan las brumas matutinas es el Albarracín. Vamos a elevarnos sobre todas sus laderas lo suficiente para apreciar las múltiples posibilidades que nos ofrece esta pequeña sierra y sus picos (Albarracín, Ponce, Albarracinejos, Las Peñuelas, Alto del Puntal) a los que en esta ocasión no vamos a subir.


Lugar de salida al borde de la A-372. Demasiada cartelería que afea el gran portón que da paso a una pista forestal que nos llevaría hasta las pistas de despegue y al mismo cordal que baja del Albarracín hacia el Alto del Puntal. Tras cruzar la cancela pequeña torcemos a la izquierda buscando un sendero que sube entre el pinar.


Esta elevación es tan rápida que pronto tenemos una primera balconada hacia el NO. La niebla se agarra al valle del arroyo del Espino, mientras el sol comienza a calentar el cerro del Duque.

Un duro repecho nos lleva a un refugio de sierra o escuela-taller, donde suelen concentrarse las cabras domésticas que acuden en busca de la comida. Un burrillo aburrido suele aparecer entre los lentiscos a saludar a los senderistas.


Por senderos poco transitados enlazamos con este cortafuego. Los chaparrones, pero sobre todo la gran humedad y la niebla que ha ocupado esta zona, han dejado un fuerte rocío que embellece el lugar.


Volvemos la vista atrás para apreciar este llano que se forma a los pies de la cueva Terriza.


Entrada a la cueva Terriza, a la que llegamos desviándonos un poco del sendero. Desde ella, dejando a nuestra derecha una alambrada (no cruzarla pese a las evidencias de haberlo hecho otros senderistas), buscamos una angarilla para retomar el sendero.


Observamos como el sendero, con alfombra otoñal, se introduce en un espeso bosque donde predomina el madroño arbustivo. El sol desde levante nos ciega hasta que la masa arbórea se cierra y entramos en el madroñal.


Musgo, hojarasca, troncos oscuros de los madroños, alguna encina… forman un lugar mágico difícil de describir. La imagen trata de mostrar el sorprendente lugar aunque en ningún momento se acerca a la increíble realidad que disfrutamos in situ.


Tras circular durante unos 20 minutos por este intenso y oscuro bosquete la vegetación se aclara y la luz logra apoderarse de sus últimos rincones.


Este otro bello enclave lo encontramos en la zona de transición hacia el Albarracinejo. Perezoso que hará las delicias a los abundantes jabalíes cuando por fin lleguen las lluvias. Al fondo el macizo del Pinar.


Nos asomamos al final del mirador que se intuye en la imagen anterior y aparece Benamahoma que en los días más corto del invierno apenas si disfruta de 5-6 horas de sol.


Tras superar el Llano de los Fósiles, cruzamos un par de lomas para buscar el cortijo de Albarracinejo (reiterada y erróneamente aparece en mapas y blogs como “Casa de las Zahúrdas”). Frente a él, lo que parece un pozo junto a un foráneo eucalipto. Cierra el encuadre el macizo de El Pinar.


En este mapa de 1918 aparece la zona del cortijo con bastante detalle y a nuestro entender identifica tres lugares distintos: Casas / Zahúrdas / Pozo. Observemos cómo señala otros lugares formando un todo: Casa de la Hoya / Casa del Vihuelo, nunca "casa" en plural, este lo reserva para cuando quiere referirse a un grupo de “Casas” y aparecen varios puntos rojos. En el lugar hay al menos dos caseríos y lo que pudo ser una pocilga, además de un aljibe y dos pozos.


En esta composición presentamos tres mapas de diferentes épocas: en el primero se mantiene el término “Zahúrdas” y “Pozo”, no nos queda claro si falta “Casas” o está fuera del borde. En el segundo (americano de 1943) aparece tal cual el de 1918, además en la leyenda así lo indica (Copied from a Spanish Map dated 1918). En el actual del IGN y en muchos más (en algunos está corregido al menos el error ortográfico) aparecen unificados los dos conceptos y pasado el primero a singular con la incorporación del “de las”. El cortijo, bien situado en el mapa, sería el cuadrado arriba de la cota 754. Uno de sus últimos propietarios, Esteban, con el que coincidimos hace un par de años allí  mismo, nos aseguró que siempre se ha llamado “cortijo Albarracinejo”, como la finca. Hasta se mostraba ofendido del nombre que le asignaban los mapas actuales, fruto de una mala transcripción.


El cortijo Albarracinejo en imagen de 1988 (cedida por José Manuel Amarillo, Naturaleza, Sitios y Gentes). 


Cuando nos acercamos  a lo que parecía un pozo vemos el enfoscado interior, propio de aljibes para evitar pérdidas y la tubería que lo llenaba con el agua procedente de los tejados de la casa. Enlace a Conoce tus Fuentes.


Muy cerca del caserío, junto al sendero que nos lleva hacía los Llanos del Campo, aparece otra estructura similar que esta vez sí es un pozo, al que acompaña un pilón.


Todo este tramo aparece salpicado de corraletas, establos en ruinas, antiguas zahúrdas y algún pilar más como el de la imagen. El agua tendrían que traerla de otro pozo que encontramos a menos de 100 m.


Este es ese otro pozo que permitiría al lugar buenas reservas de agua, aunque todos están secos a estas alturas del otoño de 2013, si bien es cierto que llevamos largos meses de sequía. Presenta buen estado salvo un desmoronamiento interior.


Dejando a la izquierda los Albarracinejos y a la derecha Las Peñuelas (en algunos mapas antiguos las Querencias), buscamos una angarilla y tras ella el valle del arroyo Charcones. El espectáculo que ofrecen las nieblas y brumas matutinas, que ayudadas por las térmicas tienden a elevarse para disolverse en el aire más cálido, es inenarrable.


Un buen sendero nos lleva en descenso a los Llanos del Berral. Desde allí tomamos el sendero oficial que baja al mirador.


Continuamos descendiendo como si fuéramos hacia el Pontón de Tavizna. A la derecha las fuertes caídas y farallones de Las Peñuelas, a la izquierda grandes barrancos labrados por el Charcones y enfrente el castillo de Aznalmara.


Bajo algunas de esas fuertes masas calizas que jalonan todo el cerro de Las Peñuelas, aparecen varios abrigos de dimensiones variables, algunos con claros indicios (terrazas delanteras) de haber sido usados como refugios ocasionales o apriscos.


Sin perder el sendero llegaremos a esta fuente (manantial de la Maquina), que pese a la sequía manaba de ella una estable corriente de limpia agua. Salimos de la hondonada donde se encuentra, que coincide con el cauce de un gran torrente que baja desde el Albarracinejo, buscando una cancela y una pista que usaremos durante apenas 200 m.


Saldremos de esa pista por su derecha entre los troncos de un olivar de ladera. El sendero está poco señalado y deberemos ir con cuidado. Culminaremos el fuerte repecho al encontrar un amplio cortafuego, al que accederemos por un saltadero un poco escondido (algún desaprensivo no lo ha encontrado y ha cortado la alambrada). Aznalmara y sus almenas quedan cada vez más atrás.


El cortafuego es muy agradable de transitar por sus veredas. Tras una tapia de piedra seca encontramos un gran madroño con los mejores frutos en dulzor y tamaño que hemos podido apreciar en las muchas degustaciones que hemos saboreado por el camino.


A estas alturas de noviembre el madroño presenta frutos en diversos estados de madurez (rojos, naranjas, amarillos) y la floración de la próxima cosecha.


Es estado del día (fuerte contraluz y brumas que no levantan) nos impide fotografiar los grandes paisajes que tenemos a la izquierda: valle del Tavizna, Benaocaz, Navazo Alto…) solo nos atrevemos a poner como muestra la sierra de la Silla.


Tras otra fuerte pendiente subimos hasta la cabreriza de las Lomas en la que vive de forma permanente José Antonio. Hay gran ajetreo en el lugar porque según nos enteramos se marcha con sus cabras a Cortes. El Albarracín se queda sin su único habitante.


Pinares, madroñales, quejigales… y ahora un encinar clareado de grandes ejemplares que se prolonga por la cuerda y cortafuego del cerro hasta el Alto del Puntal. Nosotros lo seguimos hasta encontrar un paso que nos introduce, primero en una senda abierta entre el monte mediterráneo y después en el pinar.


La travesía es muy agradable, salvando en subibaja algunas arroyadas con vista a El Bosque. Destaquemos estos dos canchos, en medio de los cuales tenemos que cruzar para alcanzar un claro en el pinar conocido como el Llano de la Pólvora.


Desde el Llano bajamos buscando el cementerio, pero tras superar un gran quejigo un poste de madera nos señala, a la derecha, otro sendero que desemboca en el cortafuego-sendero que sube desde el cementerio. Antes de llegar a él aparece este refugio en muy buen estado y milagrosamente con los cristales intactos. 


Llegamos agotados a la parte alta de esta empinada franja aclarada de arbustos, tras unas seis horas de camino. La cuesta se nos hace interminable, con una pendiente de un 30-40 % hasta enlazar con la pista forestal; alivio en el descenso de 1,5 km hasta la gran cancela, salida y meta de la ruta.


Vemos sobre el mapa del IGN nuestra ruta y señalada con puntos rojos alguna alternativa: a) Desde el cortijo de Albarracinejo podríamos bajar al arroyo Descansadero y enlazar a través del sendero del Berral. b) Desde la cabreriza de Las Lomas se puede conectar con facilidad con la pista forestal. c) Entre la cabreriza y nuestro giro de 90º hay otro sendero que también conecta con la pista forestal.

4 comentarios:

Trotones de Arcos dijo...

Estupendo reportaje como siempre. Agradeceros vuestra labor de abre-caminos, este trabajo es impagable. Saludos desde Arcos.

Carlos dijo...

Magnifica entrada de las muchas a las que nos tenéis acostumbrados, como es natural ya me la apunto para realizarla cuando caiga un poquito, poquito, poquito de agua, unas fotografias preciosas. Saludos

pellejerito dijo...

Muy bueno, casi como si lo hubiésemos recorrido con ustedes

Pacorrillo dijo...

Buen reportaje. Sentimos enormemente que José Antonio tenga que abandonar Las Lomas con sus cabras. Gracias por enseñarnos esta ruta.