martes, 14 de noviembre de 2017

Fuenteheridos - Galaroza - Castaño del Robledo

Enlazamos varias travesías para ir primero de Fuenteheridos a Galaroza, saliendo desde la fuente de los Doce Caños, nacimiento del río Múrtiga, para pasar por el Bosque Encantado, vadear el barranco de la Fuente del Aliso y el Múrtiga o cruzarlos por pequeños puentes y así, entre encinas, alcornoques y castaños llegar a Galaroza por el picadero de la Suerte. Tras visitar esta localidad, cuna de buenos carpinteros, buscaremos el sendero de la Ribera de Jabugo, pero antes cruzaremos otra vez el Múrtiga, veremos las ruinas de un Zarzo o secadero de castañas y, ahora sí, disfrutaremos de este arroyo llamado Jabugo, como el cercano pueblo, cuna del buen jamón ibérico, lleno de rincones increíbles, en esta época otoñal tapizados de hojas de castaños con infinitos matices del verde al marrón. Finalmente entraremos en Castaño del Robledo por la barriada de El Calvario.
Datos. Distancia: 12,4 km / Desniveles: +277, -246 m / Noviembre de 2017.



Nuestro punto de partida es Fuenteheridos, pueblo con larga tradición agrícola ligada al agua y a su adecuada distribución por las lievas o acequias. Su nombre hace doble referencia al ella: fuente por un lado, donde mana el agua y «ferido» por otro, traducible por «turno de riego». Actualmente su economía ha evolucionado más hacia el mundo del castaño y del ibérico (Imagen tomada de «Una Ventana en Fuenteheridos»).


Iniciamos el recorrido junto a la fuente de los Doce Caños, situada en la plaza El Coso. Las aguas, que constituyen el nacimiento del río Múrtiga, son captadas por una serie de minas hasta obtener dos millones de litros diarios, suficientes para abastecer a la localidad, regar las huertas cercanas e iniciar el río.


En este lugar nacen las lievas para distribuir las aguas a los distintos pagos por «El Camino del Regaó», hoy paseo de los Poetas.


Pasamos largo rato en el lugar con el murmullo del agua de fondo. En el paseo de los Poetas una serie de cerámicas nos ayudan a entender el «vocabulario del agua»: ferido, lieva, agua…


Callejeamos un poco por el pueblo buscando nuestra ruta hacia el este, donde se encuentra el cementerio, hasta toparnos con la carretera, allí, sin cruzarla, sale el sendero que nos llevará a Galaroza, distante poco más de 5 km.


Circulando por los senderos típicos, y a veces muy parecidos, de la sierra de Aracena, donde se van alternando los bosquetes de castaños, encinas, alcornoques y pinos vemos este azulejo adosado a una edificación en ruinas. Como advertimos se trata de un edificio histórico que confirma la existencia de viñedos en la zona.


Nos sorprenden estas aguas de color cobrizo, posiblemente ferruginosas, en el arroyo La Nogarela. Eso nos hace recordar que estamos en una zona que fue minera no demasiado lejana a Riotinto.


Nuestros guías Daniel y María nos paran en este fascinante lugar que señalan con un nombre de lo más adecuado: El Bosque Encantado. Dominan sobre todo los helechos y los castaños, en alguno de cuyos troncos se apilan las varas en proceso de secado para su uso posterior.


Un gran caserón se esconde tras las rejas de la cancela y un cartel señala un alojamiento rural de lujo. Se trata del cortijo La Huerta de Santa María, antiguo retiro eclesiástico de principios del siglo XVI, donde veraneaba Arias Montano.


Descendemos hacia el barranco de la Fuente del Aliso, allí una pequeña presa o azud desvía el agua por la típica lieva hacia las huertas cercanas…


…y un puente de hormigón permite el paso del arroyo.


Pocos metros después aparece a la izquierda del sendero la fuente de la Teja, como todo el entorno cubierto por la hojarasca otoñal que apenas deja ver la teja que le da nombre. Sus aguas cruzan el sendero y acaban alimentando al barranco de la Fuente del Aliso.


Los caseríos dispersos empiezan a concentrarse a medida que nos acercamos a Galaroza. Notamos que Aracena es un parque habitado en comparación con otros, con población muy dispersa. Estamos ante el Múrtiga (también Múrtigas, aunque hemos preferido usar la primera acepción siguiendo la recomendación de Huelvapedia y el IGN) y el puente se hace innecesario ante la sequía de 2017.


El río, sus reflejos, la hojarasca, los variadísimos tonos otoñales que va tomando esta y el resto de vegetación de ribera forman cromáticas estampas como esta frente al anterior puente.


A nuestra izquierda destacan unas torres que son de la localidad de Jabugo. Las de la derecha se corresponden con el afamado secadero de Sánchez Romero Carvajal.


Entramos en Galaroza, otro de los encantadores pueblos del parque. Este destaca por las numerosas fábricas destinadas a la elaboración de muebles, puertas, ventanas y sillas, utilizando gran variedad de maderas de castaño, pino, chopo, abeto..., también existen varios artesanos que trabajan distintos materiales como la piedra, madera y piel. En honor a los carpinteros cachoneros se levantó en 2015 este monumento.


Damos una amplia vuelta al pueblo en día de mercadillo dominado por vendedores extremeños y nos traemos la imagen del lavadero de Venecia, restaurado pero sin agua ni uso. Desde aquí avanzamos unos metros por la N-433 y enseguida…


…encontramos a la derecha el cartel anunciador de nuestro próximo tramo: sendero Ribera de Jabugo, que en este inicio coincide con el camino de la Mimbrera.


Otra vez encontramos al Múrtiga, ahora en la zona de Pasada Mala, inundado de hojas, que no de agua. Como sabemos este río o rivera nace en Fuenteheridos, en la misma plaza del pueblo y acaba vertiendo sus aguas, ya en Portugal, al río Ardila, afluente del Guadiana.


Si no fuera porque nos lo señalan nuestros guías, pasarían desapercibidas para cualquiera estas ruinas de un zarzo o secadero de castañas. Realmente el zarzo es el entramado de varas, cañas y mimbres sobre el que se colocan las castañas a secar, aunque por extensión se le llame así a todo el conjunto. Abajo reproducimos un texto sacado del Diccionario Universal de Agricultura de 1797 que nos explica el proceso.


La cartelería va cambiando según los caminos que vayamos cogiendo, por lo que debemos tener cuidado si no llevamos track y no conocemos bien el sendero. En un cruce encontraremos estos dos hitos. Seguiremos, en principio, el de Castaño Bajo.


La rivera de Jabugo nos ofrecerá bonitos lugares. Sus escasas aguas, que se encharcan y a duran penas avanzan algo hacia el Múrtiga, animadas por algún manantial, se convierten en colchón donde reposan las hojas de los árboles de su ribera.


Otras muchas acaban sobre el sendero compitiendo en belleza con el cercano cauce.


En este punto enlazamos con el sendero que viene de Jabugo, y ahora sí, vamos hacía Castaño del Robledo, no Castaño Bajo, que es un caserío.


Aquí tenemos uno de esos manantiales que acaban mandando sus aguas a la rivera de Jabugo. Se trata de la fuente del Venero, manantial al borde del camino usado antaño para saciar la sed del arriero y sus bestias y surtir a alguna lieva.


Cuando nos quedan unos 15 minutos para llegar a Castaño de Robledo el camino se vuelve hormigonado y a la vez empedrado, con un buen desnivel, desembocando en el barrio de El Calvario. Allí una amplia estancia nos permitirá descansar junto a la fuente de nueva estructura del mismo nombre.


Entramos a Castaño del Robledo tras cruzar la carretera y nos sorprende este gran templo, conocido como iglesia Nueva o iglesia Inacabada, como así es. Se empezó allá por 1788, pararon las obras pocos años después, para terminar siendo usada como iglesia-cementerio.


Salimos de una fuente en Fuenteheridos y damos por concluida la ruta en otra, en pleno centro de Castaño, se trata de la del Chorro, con su largo abrevadero adosado.


Como vemos la máxima altura de la ruta se corresponde con la llegada a Castaño del Robledo, que para eso es el pueblo más alto del Parque y de la provincia de Huelva (alrededor de 750 msnm).


Ruta realizada con los amigos de AGAJUDO (Asociación Gaditana de Jubilados Docentes).
Agradecimientos. A Daniel y María, magníficos guías e informadores del entorno que nos dieron a conocer cada rincón de este precioso sendero. Babel Nature. Ecoturismo.
Texto y fotografías: ©Pedro Sánchez Gil.

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