A fecha de
realización de la ruta (22-11-2017) el embalse de Bornos (también conocido por pantano
de Bornos) se encontraba a un 17% de su capacidad, con sólo 34 hm3
sobre los 200 de su capacidad nominal. Al estar las aguas muy retiradas de su
cuenca, hemos aprovechado para dar un paseo por su ribera izquierda hasta la
desembocadura del arroyo de Alberite y confirmar que habían emergido las ruinas
de un rancho que según mapas antiguos es el de Melero. Ruta realizada por
senderos ocasionales o simplemente campo a través. Destacan las formaciones
rocosas yesíferas en algunos tramos.
IMPORTANTE.
Es peligroso acercarse a zonas cercanas al agua que mantiene gran humedad
incluso agua a pocos centímetros de profundidad. En el paso del arroyo Alberite
la situación se complica un poco por las aguas de este afluente.
Regresamos
por caminos agrícolas de fincas privadas que pudieran estar cultivados en algún
momento del año, informarse en el cortijo de Alperchite; desde aquí se puede
regresar dando un rodeo por el camino de la Borracha y después enlazar a la
Esparragosilla. Vacas y perros en la ruta.
Datos.
Distancia: 11,33 km / Desnivel: ±79 m / Duración: 3 h 20 min
Iniciamos
la ruta cerca del cortijo de La Esparragosilla. Hasta aquí podemos llegar en
coche o andando (se alargaría la ruta 2 + 2 km) desde el puente de los Hierros
de Villamartín, al que a su vez accedemos desde la A-384. Tarajes y eucaliptos
nos reciben en un lugar agradable.
Avanzamos
y enseguida encontramos la ribera del embalse. En la zona hay rodadas de coches
y tractores que nos pueden servir de camino. Un grupo de olivos de un pequeño
olivar cercano han caído tras un corrimiento del terreno.
Primeras
ruinas. Al estar en zona de influencia del embalse, algún corrimiento las ha
sepultado y apenas queda nada.
Hemos
avanzado sólo un km y encontramos algunas paredes en pie de lo que fue un buen
rancho o cortijo. Está situado sobre una loma y se salva de las aguas del
embalse a plena capacidad que no del paso del tiempo y del abandono. Podría tratarse del rancho del Grazalemeño, anteriormente denominado La Ería.
Aprovechando
la ligera elevación fotografiamos la cuenca del embalse que lleva muchos meses
sin agua. El hecho ha sido aprovechado por el taraje para tomar posesión del
lugar hasta que las aguas reclamen su espacio. En ese caso, suele perderse por
inundación hasta la próxima sequía. La especie más abundante es el Tamarix africana.
Iniciamos
un tramo singular y de gran belleza. Las aguas del embalse han actuado sobre la
orilla rocosa formando acantilados llenos de oquedades con predominio de los
yesos, donde se multiplican las formas y los colores.
En
nuestro recorrido remontamos la suave ladera de la orilla y llegamos a este
eucaliptal, como otros que rodean el embalse plantados hace décadas para
aprovechamiento maderero o simplemente para fijar el suelo.
Pero
no todo es taray o taraje en la cola del embalse. Desde esta suave loma vemos
con mucho zoom y al otro lado un extenso entramado de plantas de zonas húmedas
y pantanosas con predominio de la espadaña (vulgarmente también puros). La explicación está en un
nacimiento de agua que se mantiene siempre activo y que catalogamos hace poco
como manantial
del Tarajal.
Nos
adentramos hacia el cauce del río buscando un promontorio que nos llama la
atención por su color blanquecino, cubierto por un espeso tarajal, mucho más
altos que los jóvenes ejemplares del entorno. Al estar sobre los 102 msnm (a
cota máxima el embalse llega a los 105 msnm aprox.) lo normal es que sea una
isla usada para nidificar muchas aves.
Nos
sorprenden estos amontonamientos artificiales hechos con una herbácea que crece
por la zona. ¿Puestos de aguardos de cazadores?
Entramos
en zona peligrosa porque debemos cruzar el arroyo Alberite. Para ello nos alejaremos
de la zona de influencia del embalse que mantiene humedad, incluso agua, a
pocos centímetros del cuarteado terreno. Su aspecto exterior seco no debe
llevarnos a engaño.
Vuelve
a aparecer la vegetación de humedal y con precaución localizaremos dos
estrechos cauces que son canales del arroyo Alberite (Fot. Ernesto Pangusión Cigales).
Una
vez al otro lado es mejor que tomemos una cota más alta y por el borde sigamos
adelante. A nuestra derecha una extensa planicie que se inicia en esta zona y
sigue hacia el sur conocida antiguamente como la Tablilla por ser una gran
llanura.
A
nuestro amigo Ernesto no se le va la impresionante imagen que ofrece el Torreón
(1654 m) sobre los eucaliptos. Ambos toman tonos dorados por la proximidad del
atardecer. (Fot. Ernesto Pangusión Cigales).
Seguimos
en la zona de la Tablilla, avanzando por una península que se adentra en el
embalse, lejos ya de donde cruzamos el Alberite (poco después de las gredas
grisáceas que vemos arriba a la derecha). Nos admiramos ante estos semicírculos
vegetales (jóvenes tarajes sobre todo) provocados por el abandono progresivo de
las semillas al bajar el nivel de las aguas.
Semisumergidas
aparecen cercanas unas ruinas de los que fue un gran cortijo: ¿el de La
Tablilla, el de Melero? Ya en casa un mapa de 1917 que presentamos después nos
saca de dudas: el de Melero. Ese mismo mapa nos aclara que el de La Tablilla
estaría 1,3 km más abajo, posiblemente aún sumergido.
Vemos
algunas aves, no muchas, que se alejan ante nuestra llegada, solo esta garza
permanece impávida a la espera de alguna carpa.
Final
del trayecto, más que nada porque la tarde no da ya más de sí y hay que volver.
Desde esta perspectiva vemos gran parte de la zona recorrida, entre el embalse
y el eucaliptal. Por encima de él las lomas de Melero, que culminan en la más
alta con el vértice del mismo nombre de 191 m.
Llegamos
al mismo borde del embalse, por alguna razón aquí el terreno no es fangoso y
permite casi pisar el agua, donde nos deleitamos con un gran atardecer que nos
ofrece la puesta de sol por la zona de la Angostura.
Como
la noche se echa encima retrocedemos buscando el cortijo de Alperchite. Lo
hacemos sin cruzar el Alberite, por el borde del embalse, donde crecen los
eucaliptos (ver mapa) hasta
encontrar este pequeño pontón para cruzar, ahora sí, el arroyo (Fot. de Manuel
Jesús Romero Parada que volvió por la zona al día siguiente). Desde aquí un
carril…
…nos
conduce sin pérdida al gran cortijo de Alperchite. Desde allí, por caminos
agrícolas llegamos con facilidad (conociéndolos, claro o usando el track que
facilitamos) al punto de salida.
La
ruta sobre mapa actual donde se supone el embalse a plena capacidad.
Captura
del vuelo Americano de 1945 donde nuestro compañero senderista José Antonio
González Castilla ha señalado algunos hitos.
Ruta
sobre mapa histórico. Nos llama la atención que el final del paseo casi
coincidió con el antiguo cauce del Guadalete. Dejamos para otro día el tramo
desde el cortijo de Melero hasta acercarnos a la Angostura.
©texto
y fotografías Pedro Sánchez Gil.
2 comentarios:
Increíble lo que podemos encontrar debajo de las aguas, gracias por compartirlo. Saludos
Gracias a ti Carlos. Cuando estas enormes "bañeras" se vacían aparecen esos tesoros que celosamente tenían guardados. Próximamente publicaremos otra visita en la que avanzamos aún más hacia la presa, que es donde quedan otros muchos restos. Saludos Pedro Sánchez (Senderismo Tercer Tiempo).
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