Un mogote, en geomorfología, es una elevación del terreno, prominente y que destaca sobre los cerros del entorno, como ocurre en el que nos ocupa en la sierra de Líjar. Su altitud culmina en los 1051 m (Líjar), pero por encima de los 950 – 1000 m forma una amplia planicie o meseta bastante llana de unos 7 km de diámetro recorrida por varias pistas forestales y un senda central, poco conocida y poco visitada, objeto de nuestra visita. Ésta cruza un bosque de encinas y coscojas jóvenes que surgen tras varios incendios. Aprovecharemos la gran diversidad de esta preciosa sierra para bajar al mirador y fuente de las Víboras, cruzar el impresionante surco que ha formado el arroyo del Nacimiento, más conocido como El Canalizo y de regreso cruzar un espeso madroñal en la ladera Noroeste con vistas a la pedanía de La Muela. Subiremos en coche (preferiblemente altos) por la pista de alas delta desde La Muela hasta un amplio cruce.
Nota: Tramos de esta ruta se cierran cuando están anidando los buitres. No es aconsejable hacerla cuando la víbora retoma su actividad biológica.
Datos
de la ruta: Distancia: 10,22 km / Desnivel: 454 m / 1027-760 m / 4 h 45 min.
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Cuando ya vamos culminando la pista de subida merece la pena hacer una parada y fotografiar La Muela...
...y Zahara de la Sierra.
En esta zona podemos aparcar los coches e iniciar la ruta. Hemos optado por visitar primero la planicie para salir de los farallones del Canalizo en subida.
Iniciamos nuestro caminar por el carril que va a la pista de levante, el cual abandonaremos en este punto adentrándonos en el encinar.
Este sería uno de los puntos culminantes de esta zona de la planicie (1027 m).
Salimos a una nueva pista forestal y la seguimos hasta localizar el cerro de la Cruz y la casa de las Víboras, desde hace cierto tiempo cerrada al paso por haberse transformado en centro ganadero. Por eso retrocedemos para tomar un enlace que conecta con la pista que baja a la fuente de las Víboras.
Estas rocas señalan el acceso al cortafuego, por el que buscaremos los pasos más adecuados ya que aún no se ha hecho camino.
A nuestra derecha El Gastor y su sierra con los picos Algarín y Las Grajas.
Al frente Olvera.
Tras unos 400 m de fuerte descenso encontramos una angarilla y tras ella una vereda de sierra que nos introduce en la pista que baja de la Casa hacía la fuente de las Víboras.
Pero antes, ya que lo tenemos muy cerca, bajamos al mirador de las Víboras, precioso balcón…
…al Peñón de Zaframagón, …
…a los farallones rocosos situados frente a nosotros que después visitaremos y de los que saldremos por donde indica la flecha, …
…con impresionantes vistas al Canalizo labrado por el arroyo del Nacimiento.
Retomamos la senda, cuando encontremos la amplia pista torcemos a la derecha y enseguida localizamos la fuente de las Víboras con su manantial, depósito de reserva y pilar. A partir de aquí comenzamos un tramo seductor, que haremos en silencio para no alterar la vida en las cercanas buitreras: el cruce del Canalizo.
Ya cerca del cruce el arroyo vemos las grandes masas rocosas que hemos atravesado…
…donde anida una colonia de buitres.
Cruzado el arroyo iniciamos el acceso por un tramo relativamente problemático para senderistas no habituados a estos pasos, con pretiles estrechos, pequeñas trepadas y grandiosas vistas al Canalizo. Ya casi al final pasamos por la base de este abrigo.
Y culminamos en esta gran ventana. Desde aquí retomamos una agradable senda, que nos lleva ya de regreso al punto de salida.
Los 1000 m de altitud nos permite una amplia panorámica donde podemos señalar La Muela y varias localidades sevillanas. Este tramo desemboca en la planicie y en una pista que si fuera necesario nos llevaría a los coches en 30 min., pero sería estropear nuestra preciosa ruta. Por eso tomaremos otro sendero…
…por la parte alta de la ladera Noroeste, cruzando tramos de madroñales casi puros, siempre con vistas grandiosas…
…que desemboca en un collado y cruce de senderos en el que destacan las formaciones rocosas que surgen del tupido bosque.
Como esta gran roca que con mucha imaginación (y buscando determinada posición) recuerda a un camello. Desde aquí retrocedemos unos pocos metros para tomar una senda ascendente.
Esa vereda escala aún más, permitiendo ampliar la panorámica, hasta darnos cuenta que estamos en mitad de un pequeño pinsapar de repoblación que parece crecer a gusto en esta ladera.
A medida que avanzamos nos damos cuenta que realmente hemos alcanzado la roca-camello (junto a ella otro pinsapo) a la que incluso podrían trepar personas ágiles. Solo es cuestión de avanzar unos metros más, alcanzar una de las pistas forestales y llegar a los coches.
Una encantadora ruta donde predomina la gran variedad en un recorrido de poco más de 10 km: de vegetación, de paisajes, de senderos…
© del
texto e imágenes: Pedro Sánchez Gil.
© de la publicación «Grupo de senderismo El Tercer Tiempo».
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