Estos, Villamartín, ¡ay dolor!, que ves ahora
campos de soledad, mustio collado,
fueron un tiempo Matrera famosa.
(Rodrigo Caro, adaptado).
Mal síntoma es para una sociedad la destrucción de su patrimonio. Indica muchas cosas y ninguna buena: dejadez, incultura, inmoralidad, traición a nuestra historia e ingratitud hacia nuestros antepasados por descuidar su maravillosa herencia, que tantos países quisieran, y que deberiamos legar, al menos como la encontramos. Por duras que fueran las circunstancias, estos monumentos permanecieron a través de los siglos recordándonos lo que fuimos. Su derrumbe en nuestros días deja en evidencia la vergonzosa propaganda de la sociedad del conocimiento, vertida sobre una población cada vez más adormecida, resentida e ignorante. Mal camino llevamos viendo cómo caen los símbolos y señas de identidad de un país que los necesita desesperadamente, inmerso como está en un enloquecido proceso de disolución.
Este reportaje constata la agonía del gran monumento medieval que daba la bienvenida a la Sierra a los visitantes de la Campiña. Quisiéramos que se entendiera el término en su sentido literal de lucha por la vida de un organismo enfermo. Ojalá estas imágenes sirvan de revulsivo para evitar lo peor.
“Sólo quedan memorias funerales
donde erraron ya sombras de alto ejemplo
este llano fue plaza, allí fue templo;
de todo apenas quedan las señales”.
(Rodrigo Caro)
Damos un vistazo a la zona noroeste para comprobar el expolio de los sillares que aseguraban las esquinas de las torres de la muralla. Pequeñas corruptelas particulares y grandes corrupciones administrativas han llevado a esta situación.
“En las culturas más diversas la torre ha estado dotada de un fuerte simbolismo ascensional. Pero también, como señalara Juan Eduardo Cirlot, la torre posee un sentido de transformación y evolución, ligado quizá a su poderosa analogía con el hombre, pues es la única forma de construcción que tiene en la vertical su propia esencia. Eso hace de la torre una frecuente metáfora de lo humano, de aquello precisamente que en el hombre tiene que ver con la fortaleza, la dignidad, el poder sereno asentado en profundos cimientos, especialmente el que se ejerce sobre uno mismo“... (cont.)
... La torre me deslumbra desde el yermo / y hacia la torre marcho. Aunque me aguarde / la desdentada boca del escarnio / o la falaz palabra del sofista / o el hacha doble que el traidor empuña / o un cuerpo de mujer o sólo un cuerpo, / veré desde la torre la ignominia. Estos versos de Julio Martínez Mesanza expresan muy bien esa relación entre lo más alto y mejor de un hombre y la torre desde la que se pueden observar, y también resistir, los embates de la vida. Por el contrario, la imagen de la torre caída representa la catástrofe y nos conduce a consideraciones inseparables de las ideas de ruina, decadencia y desolación asimismo humanas”. (Rafael Sánchez Saus)
Echamos en falta el gran acebuche que medraba en el techo. En seguida veremos dónde acabó.
Esta es la desoladora primera vista del desastre, fue el martes 16 de abril, la torre se había derrumbado un par de días antes . El árbol es claro testimonio de la caída a plomo de la zona superior, arrastrando todo lo que encontró a su paso.
Volvimos a la mañana siguiente, con más luz. A nuestro alrededor estallaba la primavera, pero sólo sentíamos desgarro y melancolía.
Detalle de los mechinales de la bóveda y huecos en la zona de la saetera en el muro sur.
A la izquierda, la higuera que sigue corroyendo el muro de la camisa o muralla del alcázar donde se alza la torre. Toda la cerca está colonizada de vegetación.
“... por tierra derribado
“... por tierra derribado
yace el temido honor de la espantosa
muralla, y lastimosa
reliquia es solamente
de su invencible gente”.
(Rodrigo Caro)
Los restos, en precario equilibrio, amenazando con desplomarse sobre el visitante.
El antes orgulloso penacho vegetal, yace ahora por los suelos.
¡Torres de Dios! ¡Poetas!
¡Pararrayos celestes,
que resistís las duras tempestades,
como crestas escuetas,
como picos agrestes,
rompeolas de las eternidades!
(Rubén Darío)
Falta de argamasa en la base
Coronado de nubes, / torreado y altivo, / almenado de sueños,
cuarteado de siglos, / vieja historia de viejos, / nuevo asombro
de niños.
Tal como una reliquia / del ayer, como un grito / de piedra y sol
y olvido, / en mitad de la noche / de Matrera, El Castillo.
(Amores
en la Sierra. Cancionerillo de los Pueblos Blancos.
Premio
Castillo de Matrera 1996. Antonio Murciano)
Línea de rotura de la pared norte en su unión con la de poniente y comparativa del antes y el ahora de la torre vista desde el patio de armas del castillo.
El interior, antes y ahora: las dos hermosas bóvedas, ya destruidas.
Incorporada a Castilla por Fernando III el Santo poco antes de la conquista de Sevilla, fue donada por su hijo Alfonso X el Sabio a la Orden Militar de Calatrava en 1256. Aguantó la sublevación mudéjar, aunque se perdió, presumiblemente a finales del siglo XIII. Su recuperación en 1341 por Alfonso XI y posterior donación a Sevilla, pusieron las bases de la fundación de Villamartín por la ciudad al terminar la guerra de Granada. Demasiada historia para acabar como simple aprisco de ganado.
“Lo que no pudieron los ataques de los moros a lo largo de más de 250 años, de los que tanto rastro hay en los archivos de Sevilla y Jerez, lo ha hecho la incuria de una Administración que no deja de parapetarse en la palabra cultura para luego dar lugar a estas vergüenzas intolerables. Los amantes de la historia, de los paisajes y de los entornos naturales de esa comarca mágica que es la sierra de Grazalema estamos hoy de luto. No nos habituemos a esos escombros”. (Rafael Sánchez Saus)
Este réquiem
se ha hecho con fotos de Pedro Sánchez y textos de Ernesto Pangusión,
incorporando citas de Rodrigo Caro, Rubén Darío, Antonio Murciano y diversos
comentarios aparecidos en prensa con motivo del derrumbe de Matrera,
especialmente el artículo de R. Sánchez Saus Caen altas Torres.
El
Grupo de Senderismo “El Tercer Tiempo” se une a la indignación del pueblo de
Villamartín, ante este caso clarísimo de patrimonio abandonado. La torre
Pajarete, el castillo de Matrera, sin dudarlo, es nuestra ruta más practicada.
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2 comentarios:
El Requiem es muy bonito. Lástima que lo hayais hecho.
Triste, muy triste.
No puedo imaginar que algún día llegue a la tierra de mis padres, desde Sevilla, y no pueda ver la torre de Pajarete en lo alto de la sierra, característica imagen que guardamos desde niño.
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